Nuestro cuerpo es sabio y cada vez qué se enfrenta a situaciones de estrés o incluso a algún daño a nivel de tejidos secreta una hormona que le ayuda a aumentar los azúcares en el torrente sanguíneo y mejorar el uso de la glucosa en el cerebro, a la vez que aumenta la disponibilidad de las sustancias que reparan los tejidos, para que así podamos reaccionar de manera rápida y eficiente en esos momentos de estrés o de lesión.
Está hormona conocida como la hormona del estrés es el cortisol.
Como se dijo anteriormente, tiene un efecto sobre todos los órganos y tejidos del cuerpo.
Ayuda a responder ante el estrés agudo o crónico, combate infecciones, promueve a mantener un metabolismo saludable (sobre todo de las grasas, proteínas y carbohidratos) y un fuerte sistema inmunológico.
Aunque también se ha demostrado que uno de los efectos del cortisol es disminuir la formación ósea.
Existen varias formas sintéticas de cortisol.
Se usan para tratar una gran variedad de enfermedades como la enfermedad de Addison, enfermedades inflamatorias reumáticas, alergias, erupciones cutáneas y eczemas.
¿Cómo se produce?
Está hormona es secretada por señales del cerebro desde la glándula pituitaria hacia las glándulas suprarrenales (ubicadas arriba de cada riñón), como un mecanismo de respuesta.
Está liberación está controlada por la parte del cerebro llamada hipotálamo.
Manda información a la hipófisis desencadenando su secreción.
La secreción del cortisol tiene un aumento significativo al despertar.
Ya que en esos momentos existe una necesidad de generar una fuente de energía después de las largas horas de sueño.
De la misma manera qué aumenta significativamente al atardecer ya que para el cuerpo esto le produce cierto estrés.
Altos niveles de cortisol
Sin embargo, a la larga los altos niveles continuos de cortisol pueden causar problemas de salud al suprimir el sistema inmunológico y alterar el metabolismo.
Causando que la persona pueda tener mayores posibilidades de padecer diabetes, osteoporosis, fatiga crónica y aumento de peso.
Además efectos negativos en la función del cerebro y en el estado de ánimo, e incluso puede causar un círculo vicioso en personas con depresión o síndrome de estrés postraumático, ya que en ellos existe una deficiencia en la capacidad de poder apagar la producción de cortisol, además que al disminuir la formación ósea puede generar problemas de crecimiento.
Factores que aumentan el cortisol
Existen factores que generalmente aumenta los niveles de cortisol cómo la ingesta de cafeína, el alcohol, el consumo de alimentos de baja calidad que sean altos en azúcar y en grasa, la deshidratación, la falta de sueño, el ejercicio físico intenso o prolongado, las situaciones estresantes, los traumas severos o eventos estresantes y la anorexia nerviosa.
Factores que reducen el cortisol
De igual manera, existen factores que generalmente reduce los niveles de cortisol como lo son el ejercicio moderado sobretodo en las mañanas, la terapia musical, la meditación por lo menos de 3 horas a la semana, los masajes terapéuticos, las relaciones sexuales, la risa y experiencias humorísticas, la ingesta de vitamina C, té negro y té verde, la interacción con mascotas en su convivencia prolongada y sobre todo en periodos de caricias mayores a 10 minutos, buenos hábitos de sueño (7 horas sin interrupción por las noches), las técnicas para el manejo del estrés y las relaciones armoniosas.
Es importante mantener los niveles de cortisol en valores normales (que por la mañana podrían ser de 5 a 25 mcg/dL o 140 a 690 nmol/L en una muestra de sangre).